martes, 24 de febrero de 2009
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Las experiencias por las que pasamos a diario dejan huella en nuestra constitución, en nuestro mundo de imágenes.
En el momento menos pensado aparecen en la memoria sensible, se actualizan, cuando alguna palabra, olor, sonido sucede en el entorno.
Tenemos una capacidad de retención infinita y a la vez tenemos un tamiz que raramente podemos clasificar.
Las imágenes se guardan… están… se recrean… se rearman… se unen entre si… se resignifican…
Aún así, raramente esas imágenes internas se encuentran en el afuera, se ven directamente. Uno reconstruye, acomoda lo que ve en el afuera con esas imágenes internas que lo constituyen logrando así tranquilizar la sensación.
…Solemos creer, con criterio, que el pasado personal no lo guarda ni resguarda
una memoria impermeable al acoso de los años, sino más bien el trabajo sutil
que sobre ella realiza la imaginación subordinada a los imperativos del deseo.
Pareciera que la imaginación es, en efecto, la encargada de ajustar la sustancia
del recuerdo al formato exigido por la sensibilidad de cada cual…[1]
Que es lo que realmente vemos? Cuál es el límite de nuestra visión? Qué es lo que vemos cuando vemos?
Estamos acostumbrados a ver una imagen y reconocer claramente lo que está ahí, de remitirlo directamente con un objeto ausente, que se encuentra representado por diferente medio (fotografía, pintura, grabado, dibujo, imagen digital, televisión, etc.).
El objeto no está verdaderamente ahí, pero uno con años de experiencia en la visión lo reconstruye con una presencia en ausencia.
Qué nos pasa cuando la imagen que esta frente a nosotros no nos remite a ninguna imagen conocida.
Uno trata de reconocer en ella, al menos el material con el que esta conformado ese objeto representado y desde ese lugar tratar de buscarle sentido a lo visto. Es decir hace anclaje en lo conocido para aquietar la incertidumbre que produce lo desconocido.
Y si aún así no puedo darle sentido… qué se hace?
Se trata de generar otra imagen o simplemente quedarse con la sensación de lo que eso produce en uno?
…“La parte y el todo son términos que mantienen una relación de reciprocidad, implicación, presuposición”… dice Omar Calabrese[2]. Uno desde la observación de una parte podría reconstruir un todo. Podría encontrar que esa imagen incierta, que esa imagen que le produce cierta inquietud forma parte de una totalidad conocida.
Los fragmentos en general tienen sustancialmente una porción de inquietud, ya que es un presente que remite a un sistema que esta ausente y al que uno no se remite directamente.
El trabajo que presento está conformado por varios fragmentos que en mi memoria sensible se resignifican a diario gracias a la intervención de la imaginación y el deseo.
Para el mismo partí de imágenes fotográficas de cuerpos humanos entrelazados. Pero esas imágenes que representaban directamente una realidad, directamente dos cuerpos unidos, no era la imagen que quería mostrar, no representaba mi realidad interna, no representaba mi imaginario de ese momento sensible de la imagen. Necesitaba resignificar ese referente, darle otro sentido, otra dirección.
Tal como habla Philippe Dubois hice de la fotografía una huella de la realidad[3] , de mi realidad interna.
No busco representar directamente sino lograr indirectamente a través de la ilusión de la construcción de la imagen la incerteza de lo que se ve, la inquietud de la sensación.
Para ello utilicé el espejo, el encastre de las imágenes primarias. Construyendo de ese modo otra imagen diferente a la primera pero que la contiene sustancialmente.
A la vez aumente su tamaño llegando casi a un tamaño real de cuerpo humano, haciendo de este modo, una referencia más concreta a él.
Pero también he aumentado algunas a tamaños mayores ya que en el imaginario tienen tal peso que hasta se sobredimensionan, sin ser monstruosas pero que son más grande de lo que realmente son, que tienen más importancia de la que realmente han tenido.
Pasé de la foto color a la imagen electrográfica en blanco y negro, evitando casi la gama de grises, buscando un mundo más onírico, más incierto, menos real.
El trabajo busca hacer referencia a la memoria de la sensación erótica, a las imágenes del encuentro íntimo entre dos personas que se buscan, se quieren y desean. Por esta situación es que tomo textos de poesías que proyecto en una pared como índice de sustancia. A la vez un sonido casi tántrico aporta un colchón sonoro que remite a un lugar irreal, sin tiempo concreto.
Todo conforma un mundo interno, es como entrar en mi imagen sensible, asomándose a un interno que poco a poco se ira transformando.